Había una vez una casita vieja
con ventanas y flores, y sin rejas
y techos con goteras.
Vivía en ella una familia
que tenía de todo menos nena.
Nadie hurgueteaba los cajones
ni peinaba muñecas.
Nadie rayaba con crayones
ni vaciaba el ropero.
No usaban las pinturas de la madre
no hacían nana a los peluches,
no le inventaban nombres a los sapos
ni oían cuentos de hadas.
Nadie temía al trueno
ni extraviava juguete a los hermanos.
Pero una madrugada de septiembre
llegó de prisa un Hada buena
trayendo de regalo una Princesa
y con ella un montón de cosas bellas:
colores, mariposas, arco iris,
chupetines y patitas descalzas,
alas y plumas de angelitos,
tortitas con manteca y tortitas de barro.
Y a partir de ese día hubo nena en la casa
y toda la familia se vistió de alegría.
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