jueves, 24 de abril de 2008
DESTELLO
Abrió los ojos y encontró los suyos.
Fue un resplandor, una estrella fugaz.
No quiso cerrarlos. Hizo un esfuerzo, porque algo así invitaba a cerrarlos. Cerrarlos para volverse en el tiempo. ¿Cuánto tiempo? Años… Muchos años.
Pero fue sólo un momento. Un suspiro.
La danza siguió, la música los hizo girar y alejarse. Y le quedó apenas eso. Un destello. Ni un gesto, ni una palabra, ni un roce casual de sus cuerpos.
Pero el encuentro se produjo.
Lo sintió en lo más íntimo de su ser.
Aunque fue solo un momento, estaba lleno de magia, y en un simple cruce de miradas, pudieron desandar largos caminos.
El tiempo se detuvo en esa fracción de brillo.
Soñó con que allí se quedaba para siempre, pero sabía que era un sueño imposible, y por eso doblemente bello.
El sueño del amor que no fue, ni podrá ser jamás, y que cada uno, en lo más íntimo de su ser sabía perfecto e intangible.
Con el contacto de las miradas se produjo el roce de las almas. Las sintieron trascender desde los cuerpos hacia el encuentro, sólo en el intervalo de un instante, a través de los ojos absortos.
Y nada más.
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