viernes, 28 de noviembre de 2008

LAS ALMAS NO TIENEN EDAD


Llueve.
Hoy he salido a caminar descalza
y sin querer he reencontrado mi alma.
Mi alma de niña
casi ya olvidada.
Estaba ahí nueva e intacta,
inmune al tiempo, al dolor, a las arrugas.
Pude escuchar mis pasos
en la tierra mojada,
complaciente regalo a mis oídos
ya un poco adormecidos
aturdidos por el ruido
de la vida.
Goce pueril para mi olfato
y para mi piel toda
el viento y sus fragancias.
Corrí sobre los charcos
y sentí nuevamente aquel deseo
de llegar pronto adonde el arco iris.
Y a través de mis pies
desnudos y cansados
entró en mi cuerpo
con toda su piel nueva
el cuerpo de la niña alada y libre
que en otro tiempo fuera.
Y encaramada en mi nueva alma vieja
transpuse la barrera de los años
y de la eternidad...
Lluvia.
Alas.
Cielo.
Sueños...
Las almas no tienen edad.