martes, 29 de abril de 2008
LLANTO
Caminaba. El sol del mediodía se pegaba a su espalda y quemaba.
Caminaba.
El polvo de la calle removida levantaba pequeñas nubes bajo sus pies.
Marchaba en medio de la inmensidad, en medio de la nada.
Apuraba el paso. Quizá por el camino grande pasara un vehículo.
Todo era silencio. A veces algún pájaro huidizo se le acercaba, observaba, piaba. A veces un lagarto cruzaba la calle polvorienta, delante de sus pasos.
Y siempre la soledad. La inmensidad.
Los árboles distantes, en formación perfecta y rectilínea, interrumpían de tanto en tanto el horizonte de alambrados monótonos, tan geométricos como si una mano gigantesca los hubiera trazado con regla y escuadra desde el aire.
De tanto en tanto un molino girando y girando… efímera compañía hasta quedarse atrás, con su idioma de latas y vientos enredados y rotos entre sus aspas afiladas.
Caminaba casi indefinidamente.
A veces volvía la cabeza para ver cuánto había dejado atrás. Le hacía bien ver parte de la distancia recorrida, así el camino se le ocurría menos largo.
Esa siesta, detuvo el paso y pensó en los sueños que se persiguen por siempre jamás.
Sintió frustración y se le escapó de pronto una lágrima. Una lágrima en medio de tanta ausencia. Después otra lágrima y otra más. Y ya toda su persona no era ni cuerpo, ni alma, ni nada. Era llanto regado en el polvo del sendero. Sólo eso.
DAVID
¿Cómo ha venido este ángel
que camina descalzo
a visitar mi casa?
Porque a veces camina,
pero a veces
sale en vilo a explorar por el espacio
¡quién sabe cuánta estrella,
qué galaxia distante!
Es por eso que cada vez que llega
lo hace envuelto en un haz de luz brillante.
Ya lo siento remoto, casi etéreo,
ya cercano y corpóreo.
Ya astronauta sutil,
ya reflexivo y sabio
con la sabiduría de los niños
que sorprende y azora.
Él anda por mi casa
ángel-niño, niño-ángel.
Mi heroico benjamín,
el más pequeño.
Me lo ha traído un querubín andante
estoy segura,
tan alado como él, todo ternura,
porque en el plano de mi vida
señaló de una vez, con su venida,
donde empieza el después y acaba el antes.
que camina descalzo
a visitar mi casa?
Porque a veces camina,
pero a veces
sale en vilo a explorar por el espacio
¡quién sabe cuánta estrella,
qué galaxia distante!
Es por eso que cada vez que llega
lo hace envuelto en un haz de luz brillante.
Ya lo siento remoto, casi etéreo,
ya cercano y corpóreo.
Ya astronauta sutil,
ya reflexivo y sabio
con la sabiduría de los niños
que sorprende y azora.
Él anda por mi casa
ángel-niño, niño-ángel.
Mi heroico benjamín,
el más pequeño.
Me lo ha traído un querubín andante
estoy segura,
tan alado como él, todo ternura,
porque en el plano de mi vida
señaló de una vez, con su venida,
donde empieza el después y acaba el antes.
AYLÉN
Había una vez una casita vieja
con ventanas y flores, y sin rejas
y techos con goteras.
Vivía en ella una familia
que tenía de todo menos nena.
Nadie hurgueteaba los cajones
ni peinaba muñecas.
Nadie rayaba con crayones
ni vaciaba el ropero.
No usaban las pinturas de la madre
no hacían nana a los peluches,
no le inventaban nombres a los sapos
ni oían cuentos de hadas.
Nadie temía al trueno
ni extraviava juguete a los hermanos.
Pero una madrugada de septiembre
llegó de prisa un Hada buena
trayendo de regalo una Princesa
y con ella un montón de cosas bellas:
colores, mariposas, arco iris,
chupetines y patitas descalzas,
alas y plumas de angelitos,
tortitas con manteca y tortitas de barro.
Y a partir de ese día hubo nena en la casa
y toda la familia se vistió de alegría.
con ventanas y flores, y sin rejas
y techos con goteras.
Vivía en ella una familia
que tenía de todo menos nena.
Nadie hurgueteaba los cajones
ni peinaba muñecas.
Nadie rayaba con crayones
ni vaciaba el ropero.
No usaban las pinturas de la madre
no hacían nana a los peluches,
no le inventaban nombres a los sapos
ni oían cuentos de hadas.
Nadie temía al trueno
ni extraviava juguete a los hermanos.
Pero una madrugada de septiembre
llegó de prisa un Hada buena
trayendo de regalo una Princesa
y con ella un montón de cosas bellas:
colores, mariposas, arco iris,
chupetines y patitas descalzas,
alas y plumas de angelitos,
tortitas con manteca y tortitas de barro.
Y a partir de ese día hubo nena en la casa
y toda la familia se vistió de alegría.
LUCAS
Has cumplido veinte años
y aún te veo
correteando en el patio:
remolino de luz, sudor y tierra,
caudal de travesuras y ocurrencias.
Mi principito de oro.
Fontana permanente de energía
con tus rulos al viento.
Risa de cascabeles y de hoyuelos.
Tan dueño de ti mismo,
tan osado,
tan pájaro en el viento.
Yo te pido, hijo mío
que conserves en tu alma para siempre
ese pájaro niño.
Sé fiel guardián de ese tesoro,
deja su jaula siempre abierta:
que despliegue sus alas,
que suelte su alegría,
que se eleve bien alto…
que regrese,
porque sin su alboroto
no se despierta el día.
y aún te veo
correteando en el patio:
remolino de luz, sudor y tierra,
caudal de travesuras y ocurrencias.
Mi principito de oro.
Fontana permanente de energía
con tus rulos al viento.
Risa de cascabeles y de hoyuelos.
Tan dueño de ti mismo,
tan osado,
tan pájaro en el viento.
Yo te pido, hijo mío
que conserves en tu alma para siempre
ese pájaro niño.
Sé fiel guardián de ese tesoro,
deja su jaula siempre abierta:
que despliegue sus alas,
que suelte su alegría,
que se eleve bien alto…
que regrese,
porque sin su alboroto
no se despierta el día.
MANUEL
Este es mi primogénito.
Cuando estalló mi vientre
se confundió su llanto con el mío
y el río de mi sangre
se prolongó y se desbordó desde mi cuerpo
para echarse a correr por su cuerpo pequeño
tan vulnerable y frágil,
tan ávido de amor, tiempo e insomnio.
¡Quién pudiera imprimir
en su alma inmaculada
cual una hoja en blanco,
tan sólo cosas buenas,
tan solo cosas bellas,
tan solo cosas puras!
Helo aquí:
Se ha convertido en hombre en un suspiro
-me parece mentira-
Toda nobleza su alma
y templanza de mar,
y cantar de los ríos,
y fortaleza de árbol.
Él me cura de ausencias,
de nostalgias, cansancios y tristezas
con abrazos tan tiernos y apretados
cada vez que regresa.
Y yo, desde el silencio, conmovida,
le doy gracias por él al Cielo y a la Vida.
Cuando estalló mi vientre
se confundió su llanto con el mío
y el río de mi sangre
se prolongó y se desbordó desde mi cuerpo
para echarse a correr por su cuerpo pequeño
tan vulnerable y frágil,
tan ávido de amor, tiempo e insomnio.
¡Quién pudiera imprimir
en su alma inmaculada
cual una hoja en blanco,
tan sólo cosas buenas,
tan solo cosas bellas,
tan solo cosas puras!
Helo aquí:
Se ha convertido en hombre en un suspiro
-me parece mentira-
Toda nobleza su alma
y templanza de mar,
y cantar de los ríos,
y fortaleza de árbol.
Él me cura de ausencias,
de nostalgias, cansancios y tristezas
con abrazos tan tiernos y apretados
cada vez que regresa.
Y yo, desde el silencio, conmovida,
le doy gracias por él al Cielo y a la Vida.
sábado, 26 de abril de 2008
Caballito de palo
CABALLITO DE PALO
Aun vive en mis recuerdos
un caballo de palo con tres patas:
compañero de juegos y aventuras,
de largas cabalgatas.
Prados imaginarios
de fantásticos viajes...
Corríamos, volábamos los charcos
remontando el paisaje.
Habré andado en su grupa
¡Cuántos soles redondos de mi infancia!
¡Cuántos sueños montados en su lomo
recorriendo distancias!
Sin juguetes comprados
¡Qué bonito aquel tiempo y qué lejano!
Pero qué magia la de los regalos
forjados con las manos.
Bajando desde el monte
llegó aquel caballito alguna tarde
de donde a golpes de hacha, sol y cielo
lo sacara mi padre.
Mi mágico juguete
contagiaba alegría
pues mi padre cantaba y lo esculpía,
y su alma le infundía.
Lo veo disfrutando
con cada golpe de su mano armada,
y hoy lo imagino sonreír pensando
en su hija tan amada.
Mi caballo era vivo,
tierno como la risa de un pequeño.
Lo hizo mi padre con sus manos fuertes,
y con su corazón, y con sus sueños.
A mi padre
Nancy Mansur. 1993
jueves, 24 de abril de 2008
DESTELLO
Abrió los ojos y encontró los suyos.
Fue un resplandor, una estrella fugaz.
No quiso cerrarlos. Hizo un esfuerzo, porque algo así invitaba a cerrarlos. Cerrarlos para volverse en el tiempo. ¿Cuánto tiempo? Años… Muchos años.
Pero fue sólo un momento. Un suspiro.
La danza siguió, la música los hizo girar y alejarse. Y le quedó apenas eso. Un destello. Ni un gesto, ni una palabra, ni un roce casual de sus cuerpos.
Pero el encuentro se produjo.
Lo sintió en lo más íntimo de su ser.
Aunque fue solo un momento, estaba lleno de magia, y en un simple cruce de miradas, pudieron desandar largos caminos.
El tiempo se detuvo en esa fracción de brillo.
Soñó con que allí se quedaba para siempre, pero sabía que era un sueño imposible, y por eso doblemente bello.
El sueño del amor que no fue, ni podrá ser jamás, y que cada uno, en lo más íntimo de su ser sabía perfecto e intangible.
Con el contacto de las miradas se produjo el roce de las almas. Las sintieron trascender desde los cuerpos hacia el encuentro, sólo en el intervalo de un instante, a través de los ojos absortos.
Y nada más.
miércoles, 23 de abril de 2008
La escalada del Cerro
Acabábamos de llegar a la cima.
LA ESCALADA DEL CERRO
La escalada del cerro en cierto modo
se parece al camino de la vida:
es a veces abrupto y empinado
propicio a resbalar o equivocarse
y otras veces rellano sosegado.
Tendrás que optar al dar un nuevo paso,
decidir si avanzar o detenerte,
aventurarte hacia el futuro incierto
o claudicar y resignar tu meta.
Por los desfiladeros, monte arriba,
lejana está la cumbre, imponente.
Cuelga del cielo el cerro y te intimida.
Pero has de concentrar todo tu esfuerzo
en dar un paso más, sólo el siguiente.
Firme tu pie, alerta tu mirada
acompañando el alma apaciguada.
No has de perder de vista el objetivo
ni desoír del prójimo el llamado:
dale aliento y valor, comparte tu agua
que ayudar al más débil fortalece.
Piensa que tras de ti llegarán otros
e intentarán pasar sobre tus huellas.
Así ha sido por siglos y milenios:
el hombre siempre está siguiendo estrellas.
Si los riscos y escollos te lastiman
vencerás el dolor de cada herida,
porque el esfuerzo y el dolor sazonan
la escalada del monte y de la vida.
A veces sentirás que estás vencido,
que ya tus fuerzas te han abandonado;
pero es que ni siquiera te imaginas
el gran generador que llevas dentro
de fuerza y de valor. Haz otro intento.
Aférrate al peñón, sé roca viva,
repta sobre su cresta si es preciso,
siente que te transfunde su imponencia
y algo de tu alma quedará en la piedra.
La batalla final es contra el miedo,
no la puedes perder, es decisiva:
el arma con que habrás de doblegarlo
está dentro de ti, suelta la brida.
Y cuando al fin estés sobre la cima
puedes librar tu grito reprimido.
Puedes abrir tus brazos y extenderlos
sobre los cuatro rumbos infinitos.
Con tus alas abiertas de alarido,
de cacique ancestral, caudillo y cóndor.
Te sentirás el dueño de los cerros.
Te sentirás el dueño de los ecos.
Te sentirás el amo de tí mismo.
Nancy Mansur.
Noviembre de 2004
Luego de escalar el Cerro Colorado, con el Gran Profe Saccomano y los alumnos de 5º Grado
Las manos de mis hijos
LAS MANOS DE MIS HIJOS
Hoy como siempre apurada y abrumada en la tarea
se me quedó la mirada prendida a un vidrio cualquiera.
Allí estaba dibujada la mano de mi pequeño
que está descubriendo el mundo con su flamante año y medio.
Y desanduve el camino con ojos entrecerrados
que entre el mayor de mis niños y el benjamín he marchado.
Vi aquella mano tan tierna que hace diez años cabía
muy rosadita y muy tibia con su par, en una mía.
Que pedía protección pues tan indefensa estaba…
Tocando mi corazón dormidito se quedaba.
¿Y qué canilla no abría? ¡Cómo modelaba en barro!
¡Cómo apretaba la mía para dar su primer paso!
Aquella que tan graciosa se movía al escuchar:
¿A ver qué linda manito? ¡Qué hermoso verla danzar!
Y desfilaban escenas ¡Qué traviesas criaturas!
Cuatro duendes por la casa fiesta de mano y pintura.
A lo largo de diez años he aprendido a descifrar
mensajes mientras limpiaba, mensajes en el cristal,
mensajes en los espejos manitos por dondequiera;
en las puertas de los muebles, mensajes en la heladera…
Sellos de manos chiquitas que van de pronto creciendo
y sin que uno se de cuenta aparecen escribiendo.
Manito que de la mía alguna vez caminó
el camino de la escuela con un poco de temor.
Mano que escribió una tarde por vez primera MAMÁ
¡Qué alegría al abrazarme! ¿Cómo poderlo explicar?
Manos que estando tan sucias hacen tantas cosas bellas;
manos que juntan lombrices o te dibujan estrellas.
Manitos de una princesa que de repente es salvaje
devorando mayonesa o revolcando sus trajes.
Manitos que arman castillos y que rompen el cristal,
que manejan un martillo y que hasta pueden volar.
Manitos que te acarician así un enojo te esfuman
y te convierten con prisa el malhumor en espuma.
Ocho manitos preciosas, ocho pájaros volando
ocho nuevas mariposas que van el mundo explorando.
Ocho cauces de dulzura que el cielo me regaló.
Ocho ofrendas de ternura creciendo en mi corazón.
Con mucho amor para mis hijos Manuel, Lucas, Aylén y David.
Nancy- 1993
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