Te felicito a vos, porque las cosas no salieron como lo
soñaste.
Porque pusiste todo tu esfuerzo, tu llanto, las suelas de
tus zapatos, tus uñas y tus dientes y con eso y todo, no alcanzó.
Te felicito, te abrazo y seco tu llanto que no tiene ninguna razón.
Ya evacuó el desencanto.
Ya puedes poner en ese espacio una ilusión nueva.
Soñaste.
Creciste.
Aprendiste.
Abrazaste.
Finalmente soltaste, dolió, y dolió mucho.
Yo sé cuánto.
Pero ahí estás.
No perdiste.
Creaste un lugar nuevo donde volver a procesar sueños, una matriz bruñida
de fuerza y madurez.
Te felicito, te escucho y te abrazo.
Porque ahí estás, list@ para empezar de nuevo.
Y de eso se trata la vida.
¿Quién te dijo que todo está perdido?
N.M.
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