Hay muchos sucesos y momentos que pasaron por mi vida de
manera lisa y llana, sin dejar rastros a la vista aunque quizá se hayan
guardado y de alguna manera sigan latentes en uno de esos recovecos de la
memoria.
Pero hay otros que siguen ahí, retornan al presente siempre
tal y como sucedieron. Aunque respecto a eso me permitiré un margen de incertidumbre. Algunas veces he pensado si de verdad sucedieron así o en parte
son la reconstrucción de algo que sucedió de otra manera, tal vez la vi desde
un ángulo algo rotado, tal vez con el correr de los días y los años se fueron
desgastando las luces y las sombras de la imagen original, corriéndose hacia
otro punto el haz de luz que las develaba en un principio, lavándose con las lluvias de la
nostalgia, destiñéndose por el efecto
de soles ardientes a veces, pálidos
otras, húmedos en algunos otoños, durante el transcurrir incesante de la vida.
Una mancha por aquí, un borrón por allá, un raspón en un
vértice del plano estático que soporta la imagen, el retrato holográmico.
Ahí están las cosas que no olvido. Son las que siempre me
han ayudado a levantarme y seguir caminando, por eso me detengo en los detalles
aunque el tiempo haya pasado. Aunque cambie mi mirada. Aunque mis ojos
experimentados y gastados hagan su propia lectura.
Mis memorias son tesoros que aún puedo descubrir de tanto en
tanto corriendo con cuidado la cortina atardecida que las guarda.
Nancy 2019
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