domingo, 23 de octubre de 2011

PENITA



Llora la dulce niña
ocultando su pena
de amor adolescente
hecho poema.
Mira pasar la vida
entre sueños marchitos
pedacitos de olvidos
y recuerdos.
Y cuando ya los años
cansados, polvorientos
recorren el camino de regreso
retorna aquel amor
que creía olvidado
y la mira a los ojos
y la quiere estrechar
de nuevo entre sus brazos.
No lo reconoció.
Recuerdo enmohecido.
Verso traspapelado,
tachonado, ilegible.
Y lo dejó marchar.  

                                  nancy






martes, 9 de agosto de 2011

AYER HIJOS, HOY PADRES



Siendo niños nos sentíamos seguros al amparo de nuestros padres, nada podía faltarnos, allí estaban ellos para velar por nuestra salud y felicidad.
Luego crecimos, nos alejamos siguiendo nuestros caminos tal como ellos nos lo señalaron con ejemplos.
Después nos transformamos en padres y comenzamos la ardua tarea de velar por nuestros hijos.
Pasamos a un segundo plano. Casi sin darnos cuenta los vimos crecer y partir. Hoy somos nosotros los que esperamos su regreso con los brazos y el corazón abiertos.
Entonces comprendemos con mayor claridad el significado de la palabra “ausencia”.
Nos damos cuenta también cuán importante es la familia, sus lazos afectivos, su apoyo incondicional en los momentos difíciles. El mero hecho de compartir a diario los logros pequeños o grandes acontecimientos de cada uno de sus integrantes, una comida, una palabra de aliento, un apretón de mano, son gestos simples capaces de devolvernos vida y alegría y constituyen además la más saludable de las terapias.
Cuántas cosas imprescindibles para el alma vamos dejando de lado en medio de la carrera desenfrenada por alcanzar bienes materiales, éxito, poder, posición social; pero no son más que eso, a lo sumo nos satisfacen momentáneamente.
Hoy necesitamos con urgencia detenernos, dejar de correr tras los cambios vertiginosos que nos encandilan y no nos dejan ver con claridad aquello que tiene verdadero valor.
Precisamos apagar por un momento la televisión, la computadora, el teléfono celular para poder encontrarnos verdaderamente, hablar, escucharnos, abrazarnos y decirnos cuánto nos amamos, ahora.
Porque sólo el amor y el tiempo compartido nos llenan el alma, nos rescatan de la soledad y son capaces de perdurar más allá del tiempo y de la vida terrenal.
Nancy Mansur

domingo, 17 de abril de 2011

AUSENCIA



Con las manos marchitas desgarraré mis días
si esta maldita guerra me arrebata tu vida
mi alma se irá contigo al confín de Malvinas
hijo, que si te matan me moriré contigo.
¿Cómo podré vivir sin sol por las mañanas
ni estrellas en las noches, sin tus largos abrazos?

Madre, que si me matan estarás orgullosa
de haber parido un héroe, un soldado arrojado.
Cumpliré con la Patria y no habrás de perderme,
que en las noches oscuras encontrarás mis ojos
y en los amaneceres sentirás mi calor.

Mi amor, que si te marchas tal vez nunca conozcas
este fruto pequeño que late en mis entrañas.
¿Y qué voy a decirle cuando por vos pregunte
entre cuentos y rezos y fotos desteñidas?

Le dirás que su padre lo amó antes de abrazarlo
y lo amará por siempre, y guiará sus pasos.
Que desde las trincheras con el gélido viento
le enviaba sus canciones, lo imaginaba fuerte.

Mamá, dime de nuevo, ¿cómo hablaba mi padre?
¿Qué canciones cantaba, qué postres prefería?
¿Me le parezco en algo? ¿Te acuerdas de sus ojos?
¿Te parece que iría a la cancha conmigo?

Ya sabes que tu padre era alegre y osado
y como vos tenía hoyuelos en la risa.
Te hablaba en voz muy baja con su mano en mi vientre.
Te guía en cada paso, te abraza con mis brazos.

Ya no llores mamita, porque hoy en el partido
¿sabes? al gol más lindo que hice para mi equipo
sentí que lo pateaba el botín de mi padre,
de esos que siempre guarda en un baúl la abuela.

Y entre abrazos y risas, medallas y sollozos,
van quedando dormidos en la quietud nocturna.
Y el soldado en sus sueños otra vez los visita
y les canta canciones con dulzura infinita,
y les cuenta ese cuento, el que tanto les gusta,
del planeta sin guerras con sus hombres sin odios.

Nancy Mansur

miércoles, 13 de abril de 2011

LÁGRIMAS DE LUNA




Era bella la tarde, olía a verde y trinos
pero ella no tenía adonde ir a llorar.
Se sintió desolada, mordida por el llanto
que desde sus abismos pugnaba por brotar.
Detonaba en sus sienes, martillaba en sus ojos
y las lágrimas yertas negábanse a estallar.
Tan huérfana y desierta caminó aquella senda
hasta el triste sepulcro de los que otrora amó
y allí soltó el torrente de dolor reprimido,
de antiguas frustraciones y viejo desamor.
No supo cuánto estuvo llorando en sus rodillas
hasta volverse nada en posición fetal.
Como cuando era niña deseó morir de pena
en blanca vestidura de escarcha, gasa y tul
y castigar severa a los que injustamente
nutrieron sus angustias, majaron su pesar.
Cayó la noche lúgubre, la salpicó de estrellas
la bañó con su luna y de pronto sintió
que ya no estaba sola, que era la niña fuerte
y vio cómo su padre la venía a salvar,
la cargaba en sus hombros y le mostraba el cielo
con sus blancas Marías y con la Cruz del Sur.
La encontraron tendida en la fría mañana,
su cuerpecito laxo presagiaba la paz.
Ya no era aquella anciana de cabellos grisados
y piel de pergamino y endeble caminar.
La sepultaron niña, su piel toda rocío,
en su frente la luna y en su melena el sol.

TARDE



¿Por qué tuvo que oír después de tantos años
de silencios ya mustios una loca llamada
trayendo a los oídos el eco de esa voz?
Lo sabía guardado entre viejos recuerdos,
en un diario empolvado de ingenua adolescente
que escribía poemas soñando -niña ilusa-
con el amor eterno sin penas ni dolor.
¿Por qué? si hoy es esposa, y es la madre abnegada,
y hasta la tierna abuela sin derecho a soñar,
que enterró su pasado junto a sus ilusiones,
que dejó de ser ella y vivió por los demás.
¿Por qué tembló de nuevo al oír sus palabras?
¿Por qué se quedó muda sin poder contestar?
¿Por qué soñó esa noche aquel beso tan tierno?
¿Por qué pasó la vida? ¿Por qué los separó?
¿Qué sueños se esfumaron? ¿Qué caminos erraron?
¿Qué palabras callaron? ¿Qué viento las voló?
¿Fueron o no felices? ¿Qué es lo que no olvidaron
si aquello que soñaron de verdad nunca fue?
¿Y qué loca ironía ahora los reencuentra
a través del sonido de un tonto auricular?
Tal vez existen hilos brillantes o invisibles
que conectan las almas para siempre jamás
y aunque quieran negarlo o intenten olvidarlo…
Tal vez ahora es tarde...
Tal vez... ¿Quién lo sabrá?

Nancy Mansur

sábado, 1 de enero de 2011

EL BICENTENARIO DE LOS GONZÁLEZ



Cuento premiado en el Concurso del Bicentenario organizado por el Ministerio de Educación de La Provincia de Córdoba, Departamento San Justo.




Los González no pudieron cambiar el auto, pero igual decidieron salir un fin de semana largo. Nada de hoteles. Alguna cabaña en las sierras.
Reunir a toda la familia resultó una odisea. Facundo tuvo que buscar reemplazo en el trabajo y postergar un final. Los adolescentes, fastidiados con esos viajes en familia, lucharon a brazo partido por llevarse algún amigo, pero ni en sueños, el auto sólo cuenta con cinco cinturones.
La madre casi enloqueció dando órdenes. Que los abrigos, que el pronóstico anuncia frío, que lleven el rottweiller a lo de la vecina, que cada año uno se banca sus perros, gatos y hasta el hámster.
-Imposible Mamá, los Vergara se van este año a Las Cataratas y justamente pensaban dejarnos a cargo su hueste de mascotas. En fin, habrá que llevar a Cacique aunque a Pa y a vos les parezca una estupidez. No nos queda otra.
Viajarían de noche. Por supuesto incluirían equipo de mate, que aunque prohibido, a esas horas tal vez no haya controles, además Estela es experta en esconder el canasto debajo de las piernas. Hubo como siempre algunas discusiones: que a mí siempre me toca el medio, que me aplastan, que aquellos no me dejan estirar las piernas, que cerrés esas alas que no estás por volar, que esa música del tiempo de mamá es horrible; y otras por el estilo.
Hasta que se oyó un -¡Basta!- del padre que llamó a todos a recatado silencio.
Una vez que la ciudad se fue quedando atrás, apagándose luego de pasar las villas de la salida, que de noche camuflan sus miserias con foquitos enganchados a los cables sumados a un cielo azul-negro tan lleno de estrellas como hacía mucho que no veían, comenzaron a conversar con calma, mientras el mate iba pasando de mano en mano.
-Qué bueno estuvo este año el feriado largo, pero ¿qué pasó hace doscientos años para que haya tanta movida?
-Qué ignorancia, estudiá un poco la historia argentina en lugar de pasar tantas horas en la computadora con esos auriculares y chateando vaya a saber con quién. Todo comenzó con las invasiones inglesas.
-Cuándo no los ingleses, queriendo quitar tierras ajenas. ¡Cómo me gustaría que este año en Sudáfrica nos toque jugar contra ellos! Para que se acuerden de “la mano de Dios” y del ochenta y seis.
-Después eso trajo como consecuencia la Revolución de Mayo, la Primera Junta, que fue en 1810, sacá la cuenta, ¿o precisás calculadora?
Hace doscientos años que nos liberamos de España, después sucedieron montones de hechos históricos importantes, no puedo creer que no sepas nada de nada.
-¡Bueno, basta de lecciones de historia y de sermones, que salimos de va-ca-cio-nes, y no de viaje de estudio!
-Dejen de agitar y miren el cielo. Para el lado del oeste se acerca una estrella a todo trapo, creo que va a chocar contra nosotros y mañana no vamos a ser ni siquiera noticia.
-¿Qué estás diciendo? ¡Ah, sí! ¡Tenés razón! A mí me está dando mucho miedo-
-Dejá de histeriquear, Emilia, que es un simple meteorito.
-Y vos dejá de hacerte el sabio, eso es algún planeta que se salió de la órbita y se nos viene a pique. Va a chocar con la Tierra. ¡Es el fin del mundo! ¡Ja, ja  ja!.
-Dejen de hablar pavadas por favor, que estoy con problemas en el auto. No se qué mierda le pasa, se apagaron todas las luces y el motor. Está mudo. ¡Pero si la batería es nueva, la cambié justamente para hacer el viaje, todavía está en garantía.
-Ah, no, pero había que salir de vacaciones, los chicos no van a recordar el día que cambiamos el auto, pero unas vacaciones en familia no se olvidan nunca. Decime vos ¿qué clase de vacaciones viajando en una chatarra?
-Bueno, todos abajo, hay que empujar.
-¡Qué empujar ni qué ocho cuartos, miren el plato volador que se nos viene encima! ¡De un momento a otro se hizo de día! ¡Se ven hasta las Sierras de Córdoba!-
-¡Quiero volver a casa, quiero abrazar a los abuelos antes de morirme! ¡Quiero que me abracen!-
-¡Este debe ser el fin de nuestras vidas!
-No, no somos ingleses. No entiendo nada. Aquí debe haber un error. Ellos son mi mujer y mis hijos. Se nos descompuso el auto y necesitamos saber dónde queda una estación de servicio o un Servi-club-
-Mirá estos tarados cómo están vestidos. Seguro vienen borrachos de una fiesta de disfraces-
-¿Dónde diablos estamos? ¿Qué día es hoy?-
-¡Tómenlos prisioneros!-
-¡¿Los celulares, Ma?!-
-¡Aquí, en mi cartera!-
-Yo tengo el mío, pero no tiene señal-
-¡A la mujer y a la chica tráiganlas para acá! A los otros tres hay que hacerlos hablar. Deben ser espías de los ingleses-
-Tranquilos. Hemos salido de otras peores, también saldremos de ésta-
-¿Pero qué carajo pasó?-
-No importa. No hemos hecho nada de malo, ¿de qué nos van a acusar? Cuando estos borrachos se hayan hartado de preguntar pavadas y se hayan tomado todo ese alcohol veremos cómo les quitamos la llave. Hagámonos los dormidos.
-Listo, ya están fritos. Vayamos por mamá y Emilia. ¿Qué les estarán haciendo?-
-¡No quiero ni pensar! ¡Con esas caras de matones y esos uniformes del año de la escarapela!-
-No pensemos, corramos por este sendero-
-Está lleno de basura, huesos de vacas, mondongos, perros hambrientos husmeando….Para mí es algo así como un matadero-
-¡Cacique, Cacique, vení para acá! ¿¡Dónde diablos nos hemos metido!?-
-Hay vendedores ambulantes por las calles, oigan cómo ofrecen chucherías-
-¡Por acá! ¡Por acá! ¡Juan José! ¡Qué alivio! ¿Y Tomás?-
-Aquí llega;
-Estuve con dos chicos negros y me aseguraron que estamos en el año 1806, en Buenos Aires.
-Esto es una locura, una pesadilla-
Gran abrazo.
-¿Y el auto?-
-Debe estar por esos matorrales-
-¡Otra vez el maldito platillo luminoso! A mí me parece que hemos viajado siglos.
¡Pero si hoy es viernes 22, mi celu vuelve a funcionar, no ha pasado ni una hora!
-Esa porquería no anda.
-Cómo que no, tiene señal y todo.
-¿Y esos lamentos?
-Vienen de la orilla del río-
-¡Oh! ¡Pobre tipo! ¿Quién será?
-Me arrojé con mi caballo al río porque me viene persiguiendo una partida de Unitarios. “Es necesario hacer ver a estos serviles que no somos caciques, sino unos amantes de la libertad de nuestra patria y nuestros pueblos”. Estoy malherido, por favor, necesito ayuda.
-Tranquilo, señor, ¿Cómo se llama?
-Juan Bautista Bustos, de los Federales. ¿Dónde está mi caballo?
-Lo llevaremos a la casa de los campesinos más próximos, no se preocupe por el animal, si está vivo saldrá a la otra orilla. Todo va a estar bien, confíe en nosotros. Sólo necesitamos nuestro auto y un lugar donde recargar la batería.
-¡Ah, ya sé donde lo vi! En el monumento nuevo de la Plaza España. ¡Con razón le veía cara conocida!
-Qué mal estoy. ¡Malditos unitarios! ¿Estaré delirando o me estaré muriendo?
No, ya estoy muerto. Esta vez me liquidaron los hijos de perra. Veo gente tan extraña y dicen cosas tan incoherentes que seguro estoy en el Infierno…o en el Paraíso.
-Otra vez el plato de mierda sobre nuestras cabezas.
-No nos separemos por favor. Otra vez mi celular sin señal y todo dando vueltas..
-¿Dónde nos llevará esta cosa?.
-¡Cuánta gente! Traten de no separarse en ningún momento.
-Qué raro visten, como si salieran de una fiesta de disfraces.
-Yo no entiendo nada a nadie, hablan distintos idiomas.
-Ahí dice HOTEL DEL INMIGRANTE. Vayamos a ver.
-¿Inmigrantes, cuando todo el mundo se va del país? Están todos locos. Esto debe ser un manicomio-
-¡Juan José González, oriundo de Muelas, España! Por favor por esta fila que se le entregará el pasaporte sellado.
-No me jodan, Juan José González soy yo, de Córdoba Capital. Estoy buscando mi auto.
-Pues hombre, Juan José González soy yo, y vengo de Muelas, provincia de Salamanca. ¿Qué tren debo tomar para llegar a Córdoba?
-¡Ahí la completamos! Este es pariente tuyo, Pa.
-¡Pero si es el de la foto del comedor de la tía Consuelo! ¡Es un clon del bisabuelo!
-¡Abuelito! ¡Abuelito! ¡No me digas que sos vos! ¡Contame algo de España!
-¿Pues tú quién eres chaval?
-¡Santo Dios! Yo a estas alturas no se quién soy, ni quién es este hombre, ni dónde estoy, ni qué estoy haciendo aquí. ¡Yo sólo quiero mi auto!
-¡Y dale con el auto! ¡Olvidate! Lo hubieras cambiado esto no estaría sucediendo. ¿No te das cuenta que esa nave infernal descontroló el tiempo? ¡Abrazalo que es tu abuelo!
-Ahí vuelve la porquería de ovni, se la agarró con nosotros.
-¡Cómo encandila!
-Yo me siento mal. Tengo mareos.
-¿Dónde iremos a parar ahora?.
-¡Por favor, que esto termine de una vez! ¡Creo que estoy enloqueciendo!
-¡No lo puedo creer! Ese es el Cu-Cú. ¡Estamos en Carlos Paz!
-Estoy muerto de hambre. ¡Vayamos por una parrillada!
-¿Vos solo? Vamos, que tenemos que festejar.
-¿Festejar qué?
-Y… ¡El Bicentenario! Doscientos años no se cumplen todos los días.
-No le contemos esto a nadie. ¿Quién nos va a creer en el barrio? Nos van a tomar por locos-
-¡Los Locos González!-
-¡Ja ja ja!-
-¿Y el auto?-
-Qué se yo. Llamá al 101, ahora los teléfonos funcionan. Si aparece bien y si no… ¡Ya fue!
-Además viajó como doscientos años en tiempo récord. ¿No te parece que se merece un cambio?-

FIN
Adriana Nancy Mansur