Cuento premiado en el Concurso del Bicentenario organizado por el Ministerio de Educación de La Provincia de Córdoba, Departamento San Justo.
Los González no pudieron cambiar el auto, pero igual decidieron salir un fin de semana largo. Nada de hoteles. Alguna cabaña en las sierras.
Reunir a toda la familia resultó una odisea. Facundo tuvo que buscar reemplazo en el trabajo y postergar un final. Los adolescentes, fastidiados con esos viajes en familia, lucharon a brazo partido por llevarse algún amigo, pero ni en sueños, el auto sólo cuenta con cinco cinturones.
La madre casi enloqueció dando órdenes. Que los abrigos, que el pronóstico anuncia frío, que lleven el rottweiller a lo de la vecina, que cada año uno se banca sus perros, gatos y hasta el hámster.
-Imposible Mamá, los Vergara se van este año a Las Cataratas y justamente pensaban dejarnos a cargo su hueste de mascotas. En fin, habrá que llevar a Cacique aunque a Pa y a vos les parezca una estupidez. No nos queda otra.
Viajarían de noche. Por supuesto incluirían equipo de mate, que aunque prohibido, a esas horas tal vez no haya controles, además Estela es experta en esconder el canasto debajo de las piernas. Hubo como siempre algunas discusiones: que a mí siempre me toca el medio, que me aplastan, que aquellos no me dejan estirar las piernas, que cerrés esas alas que no estás por volar, que esa música del tiempo de mamá es horrible; y otras por el estilo.
Hasta que se oyó un -¡Basta!- del padre que llamó a todos a recatado silencio.
Una vez que la ciudad se fue quedando atrás, apagándose luego de pasar las villas de la salida, que de noche camuflan sus miserias con foquitos enganchados a los cables sumados a un cielo azul-negro tan lleno de estrellas como hacía mucho que no veían, comenzaron a conversar con calma, mientras el mate iba pasando de mano en mano.
-Qué bueno estuvo este año el feriado largo, pero ¿qué pasó hace doscientos años para que haya tanta movida?
-Qué ignorancia, estudiá un poco la historia argentina en lugar de pasar tantas horas en la computadora con esos auriculares y chateando vaya a saber con quién. Todo comenzó con las invasiones inglesas.
-Cuándo no los ingleses, queriendo quitar tierras ajenas. ¡Cómo me gustaría que este año en Sudáfrica nos toque jugar contra ellos! Para que se acuerden de “la mano de Dios” y del ochenta y seis.
-Después eso trajo como consecuencia la Revolución de Mayo, la Primera Junta, que fue en 1810, sacá la cuenta, ¿o precisás calculadora?
Hace doscientos años que nos liberamos de España, después sucedieron montones de hechos históricos importantes, no puedo creer que no sepas nada de nada.
-¡Bueno, basta de lecciones de historia y de sermones, que salimos de va-ca-cio-nes, y no de viaje de estudio!
-Dejen de agitar y miren el cielo. Para el lado del oeste se acerca una estrella a todo trapo, creo que va a chocar contra nosotros y mañana no vamos a ser ni siquiera noticia.
-¿Qué estás diciendo? ¡Ah, sí! ¡Tenés razón! A mí me está dando mucho miedo-
-Dejá de histeriquear, Emilia, que es un simple meteorito.
-Y vos dejá de hacerte el sabio, eso es algún planeta que se salió de la órbita y se nos viene a pique. Va a chocar con la Tierra. ¡Es el fin del mundo! ¡Ja, ja ja!.
-Dejen de hablar pavadas por favor, que estoy con problemas en el auto. No se qué mierda le pasa, se apagaron todas las luces y el motor. Está mudo. ¡Pero si la batería es nueva, la cambié justamente para hacer el viaje, todavía está en garantía.
-Ah, no, pero había que salir de vacaciones, los chicos no van a recordar el día que cambiamos el auto, pero unas vacaciones en familia no se olvidan nunca. Decime vos ¿qué clase de vacaciones viajando en una chatarra?
-Bueno, todos abajo, hay que empujar.
-¡Qué empujar ni qué ocho cuartos, miren el plato volador que se nos viene encima! ¡De un momento a otro se hizo de día! ¡Se ven hasta las Sierras de Córdoba!-
-¡Quiero volver a casa, quiero abrazar a los abuelos antes de morirme! ¡Quiero que me abracen!-
-¡Este debe ser el fin de nuestras vidas!
-No, no somos ingleses. No entiendo nada. Aquí debe haber un error. Ellos son mi mujer y mis hijos. Se nos descompuso el auto y necesitamos saber dónde queda una estación de servicio o un Servi-club-
-Mirá estos tarados cómo están vestidos. Seguro vienen borrachos de una fiesta de disfraces-
-¿Dónde diablos estamos? ¿Qué día es hoy?-
-¡Tómenlos prisioneros!-
-¡¿Los celulares, Ma?!-
-¡Aquí, en mi cartera!-
-Yo tengo el mío, pero no tiene señal-
-¡A la mujer y a la chica tráiganlas para acá! A los otros tres hay que hacerlos hablar. Deben ser espías de los ingleses-
-Tranquilos. Hemos salido de otras peores, también saldremos de ésta-
-¿Pero qué carajo pasó?-
-No importa. No hemos hecho nada de malo, ¿de qué nos van a acusar? Cuando estos borrachos se hayan hartado de preguntar pavadas y se hayan tomado todo ese alcohol veremos cómo les quitamos la llave. Hagámonos los dormidos.
-Listo, ya están fritos. Vayamos por mamá y Emilia. ¿Qué les estarán haciendo?-
-¡No quiero ni pensar! ¡Con esas caras de matones y esos uniformes del año de la escarapela!-
-No pensemos, corramos por este sendero-
-Está lleno de basura, huesos de vacas, mondongos, perros hambrientos husmeando….Para mí es algo así como un matadero-
-¡Cacique, Cacique, vení para acá! ¿¡Dónde diablos nos hemos metido!?-
-Hay vendedores ambulantes por las calles, oigan cómo ofrecen chucherías-
-¡Por acá! ¡Por acá! ¡Juan José! ¡Qué alivio! ¿Y Tomás?-
-Aquí llega;
-Estuve con dos chicos negros y me aseguraron que estamos en el año 1806, en Buenos Aires.
-Esto es una locura, una pesadilla-
Gran abrazo.
-¿Y el auto?-
-Debe estar por esos matorrales-
-¡Otra vez el maldito platillo luminoso! A mí me parece que hemos viajado siglos.
¡Pero si hoy es viernes 22, mi celu vuelve a funcionar, no ha pasado ni una hora!
-Esa porquería no anda.
-Cómo que no, tiene señal y todo.
-¿Y esos lamentos?
-Vienen de la orilla del río-
-¡Oh! ¡Pobre tipo! ¿Quién será?
-Me arrojé con mi caballo al río porque me viene persiguiendo una partida de Unitarios. “Es necesario hacer ver a estos serviles que no somos caciques, sino unos amantes de la libertad de nuestra patria y nuestros pueblos”. Estoy malherido, por favor, necesito ayuda.
-Tranquilo, señor, ¿Cómo se llama?
-Juan Bautista Bustos, de los Federales. ¿Dónde está mi caballo?
-Lo llevaremos a la casa de los campesinos más próximos, no se preocupe por el animal, si está vivo saldrá a la otra orilla. Todo va a estar bien, confíe en nosotros. Sólo necesitamos nuestro auto y un lugar donde recargar la batería.
-¡Ah, ya sé donde lo vi! En el monumento nuevo de la Plaza España. ¡Con razón le veía cara conocida!
-Qué mal estoy. ¡Malditos unitarios! ¿Estaré delirando o me estaré muriendo?
No, ya estoy muerto. Esta vez me liquidaron los hijos de perra. Veo gente tan extraña y dicen cosas tan incoherentes que seguro estoy en el Infierno…o en el Paraíso.
-Otra vez el plato de mierda sobre nuestras cabezas.
-No nos separemos por favor. Otra vez mi celular sin señal y todo dando vueltas..
-¿Dónde nos llevará esta cosa?.
-¡Cuánta gente! Traten de no separarse en ningún momento.
-Qué raro visten, como si salieran de una fiesta de disfraces.
-Yo no entiendo nada a nadie, hablan distintos idiomas.
-Ahí dice HOTEL DEL INMIGRANTE. Vayamos a ver.
-¿Inmigrantes, cuando todo el mundo se va del país? Están todos locos. Esto debe ser un manicomio-
-¡Juan José González, oriundo de Muelas, España! Por favor por esta fila que se le entregará el pasaporte sellado.
-No me jodan, Juan José González soy yo, de Córdoba Capital. Estoy buscando mi auto.
-Pues hombre, Juan José González soy yo, y vengo de Muelas, provincia de Salamanca. ¿Qué tren debo tomar para llegar a Córdoba?
-¡Ahí la completamos! Este es pariente tuyo, Pa.
-¡Pero si es el de la foto del comedor de la tía Consuelo! ¡Es un clon del bisabuelo!
-¡Abuelito! ¡Abuelito! ¡No me digas que sos vos! ¡Contame algo de España!
-¿Pues tú quién eres chaval?
-¡Santo Dios! Yo a estas alturas no se quién soy, ni quién es este hombre, ni dónde estoy, ni qué estoy haciendo aquí. ¡Yo sólo quiero mi auto!
-¡Y dale con el auto! ¡Olvidate! Lo hubieras cambiado esto no estaría sucediendo. ¿No te das cuenta que esa nave infernal descontroló el tiempo? ¡Abrazalo que es tu abuelo!
-Ahí vuelve la porquería de ovni, se la agarró con nosotros.
-¡Cómo encandila!
-Yo me siento mal. Tengo mareos.
-¿Dónde iremos a parar ahora?.
-¡Por favor, que esto termine de una vez! ¡Creo que estoy enloqueciendo!
-¡No lo puedo creer! Ese es el Cu-Cú. ¡Estamos en Carlos Paz!
-Estoy muerto de hambre. ¡Vayamos por una parrillada!
-¿Vos solo? Vamos, que tenemos que festejar.
-¿Festejar qué?
-Y… ¡El Bicentenario! Doscientos años no se cumplen todos los días.
-No le contemos esto a nadie. ¿Quién nos va a creer en el barrio? Nos van a tomar por locos-
-¡Los Locos González!-
-¡Ja ja ja!-
-¿Y el auto?-
-Qué se yo. Llamá al 101, ahora los teléfonos funcionan. Si aparece bien y si no… ¡Ya fue!
-Además viajó como doscientos años en tiempo récord. ¿No te parece que se merece un cambio?-
FIN
Adriana Nancy Mansur