Esto va para mis hijos que crecieron y tal vez un día les cuenten a sus hijos, o a los hijos de sus hijos, que el ratón Pérez, el de los dientes, de verdad existe...
Vivieron ellos todas las fantasías, las disfrutaron y nosotros a través de ellos, por supuesto.
Y en alguna sobremesa, de vez en cuando recordamos la anécdota que ahora voy a narrar:
Vivíamos por esos días en una casa junto al río, y teníamos a cargo el balneario y la cantina.
Aquel invierno una rata se había metido en la casa invadiendo nuestros espacios.
Una mañana la vimos paseando por el comedor como Juan por su casa y arremetimos contra ella como una especie de patrulla armada para atraparla, mi esposo, mis dos hijos mayores, que tenían para entonces once y doce años y yo.
A mí me habían puesto en una puerta que daba al despacho, munida de una madera para interceptar el paso, llegada la ocasión, al pobre roedor.
Debimos haber hecho bastante alboroto, desde el momento en que despertamos a los pequeños de tres y cuatro años, porque en un momento apareció nuestra niña con sus rulos desparramados, gritando desde la puerta del dormitorio a voz en cuello:
-¡Por favor, no lo corran, no vayan a matarlo, él ha venido por mi diente!-
Todos nos miramos, y sin pronunciar palabra alguna, decodificamos el mensaje tácito. Abandonamos la búsqueda, ya habría tiempo para reparar los daños que pudiera causar el ratón. Había que salvaguardar la fantasía de Aylén.
Así fue como la ratita huyó y salvó su vida.
Debajo de la pata de la mesa nuestra niña encontró sus monedas a cambio de su diente y compartió la alegría con su hermanito, que trataba de aflojar anticipadamente sus incisivos para esperar la visita del eficiente y puntual ratón.
Seguramente hoy la rata continúa acarreando dientes de niños de cuatro años, y debe tener un castillo enorme, tapizadas sus paredes con la porcelana de tantos dientes chiquitos.
Uno cree en lo que quiere creer, más allá de cualquier desencanto.
Y como dijo un amigo mío, es hermoso transcurrir por la vida, que con su corriente nos arrastra, saltando de fantasía en fantasía, como quien vadea un río saltando de piedra en piedra...
Eso nos ayuda a vivir
5 comentarios:
Nancy, hace rato que extraño nuevos post en tu blog. ¿Estás bien? Ojalá que sí y no dejes de regalarnos tus letras tan llenas de vida y luz.
Hola Carmen María, muchas gracias por tu mensaje. Estoy bien, sólo que estuve todo este tiempo metida de cabeza escribiendo una novela. La terminé de escribir, estuve corrigiendo bastante, haciendo prólogo, agradecimientos...me quitó mucho tiempo. Ahora en vacaciones, disfrutando de mis hijos que están en casa(menos Manuel que sigue en España)
Estoy bien, sólo un poco nostálgica.
Muchas gracias.Trato de entrar a tu blogg para hacerte comentarios, pero no lo he conseguido.
Cariños.
Querida Nancy. Es un gusto enorme saber que sigues productiva con la escritura. ¡Una novela! Qué maravilla, no dudes en decirnos cuando sea publicada para hacerle una gran difusión. Yo ya mandé a imprenta uno de microficciones, no sabes lo entusiasmada que estoy. Un abrazo y que tus hijos sean, en la cercanía y en la lejanía, la fuente de luz y satisfacciones que ilumina tu vida.
que no maten al ratón
que ha venido por mi diente
viene cargando un millón
de monedas relucientes
que nadie toque al ratón
-dijo la niña ofendida-
yo quiero verlo en acción
mientras me hago la dormida.
Mucho gusto Nancy. Me ha invitado tu hermana Silvia a meterme en tu blogg.
Y aquí estoy pues, cual ratón. Te dejo estos dos versitos bajo la pata de la mesa y me escapo antes de que me pegues con el palo.
Saludos
Cristian
Yo me acuerdo de la ilusión con la que esperaba al ratoncito pérez.
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