Soy un poco madera:
Astilla de la cuna que
meciera
mi madre en sus vigilias.
Del caballo de palo
que montaba en la infancia
ansiada libertad hecha de
viento.
De aquella mesa larga
con su mantel gastado
multiplicando -manso
altar-
el agua, el pan, la
lumbre.
Del crucifijo, talla donde
rezo
soledades, ausencias y
distancias.
Cajones que atesoran
despojos de pasado en sus
entrañas,
la ilusión y el encanto
del tiempo detenido.
De la balsa, madera
blanda, leve,
anclada en la ribera
arrullando mi paz de mar y
cielo.
De la amistad hecha
semilla,
sombra incondicional junto
a mi vera:
cuando calcina el sol,
techumbre y trino,
si arrecia el temporal,
nido y refugio.
Y del durmiente que brinda
su firmeza
a este tren que me lleva
al encuentro seguro
con el árbol sombrío hecho
madera
que ha de abrazar al fin
mis huesos y miserias.
Nancy Mansur