Hemos plantado los nuevos árboles, tres pequeños
algarrobos.
Ha sido un día célebre.
Pensamos en nuestro nieto que nació en el tiempo de estos retoños.
Y también en las cigarras.
Tal vez justo hoy una cigarra futura busque fecundidad
bajo estos arbolitos, y dentro de diecisiete años salga a entonar su canto
áspero, ensordecedor y verde para madurar las algarrobas.
La vida tiene sus tiempos.
Somos nosotros, somos hijos, somos nietos.
Somos un ciclo.
Cuando nada de nosotros quede, tal vez un gen corra por
arterias jóvenes.
Tal vez estemos ahí, a la sombra de un frondoso
algarrobo, hechos canto de cigarra, madurando en una baya. O no.
Nadie puede quitarnos el derecho a la ilusión.
N.M.
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