Se sabe, de acuerdo a
relatos de personas catalogadas como confiables, declaradas grandes soñadoras,
que hay sueños de toda laya y pelaje.
Algunos se cumplen
demasiado tarde y cuando llegan tienen un sabor amargo. Son los que se sueñan
con resaca y el estómago lleno durante una noche mal dormida.
Hay otros sueños que se
cumplen en tiempo y forma, pero son tan sensatos y derechos que ahí nomás como
dejan de ser sueños se convierten, con su correspondiente desilusión, en un bollo de papel y terminan -en el mejor de los casos- en algún cesto, cuando
no en un decoroso contenedor, para llegar finalmente a un basural a cielo abierto.
Están los que se sueñan
repetidamente, son recurrentes. Éstos son sueños pacientes, van dando nuevas
oportunidades de vivirlos y revivirlos noche tras noche, incluso se suelen
soñar en las siestas de verano que por lo general son las más prolongadas.
También entran en la
categoría de sueños aquellos que nunca fueron soñados pero que de golpe se hacen realidad. Éstos desconciertan y asombran, y llevan un tiempo
relativamente largo en entenderse como tales.
Otros son los sueños que
nunca son recordados por no haber despertado a tiempo, o haberlo hecho por un
corto lapso sin tener a mano lápiz y papel o algún tipo de anotador electrónico, de manera que no hubo ninguna
posibilidad de apuntar aunque sea una palabra para poder recordarlo al otro
día, entonces el sujeto sabe que soñó pero por más que se esfuerce no consigue
elucidar de qué demonios se trataba su sueño.
Existen los sueños
alunados, cuyo origen del nombre deviene
de la conocida acción de correr detrás de la luna, y mientras el soñante
más corre, más se apura el sueño-luna, cuestión determinante de que nunca se
haya sabido de alguien que haya alcanzado uno.
Los sueños simultáneos,
son esos que se van soñando y viviendo al mismo tiempo y que llegado un momento
la persona se empieza a preguntar si de verdad estará despierta o dormida,
considerando que para soñar es necesario estar dormido o por lo menos en un estado
de vahído o algo así.
Los sueños rotos, siempre son
malogrados en la mejor parte de la acción debido a alguna desatinada
perturbación: la repentina llegada de un amigo, la irrupción de algún taladro
mecánico o artefacto rompiente, un inoportuno despertador o miles de otras
desafortunadas causas. Se podría asegurar que todos los humanos, cual más cual
menos, tienen en su historia personal al menos un sueño roto.
También se ha sabido de
sueños sincronizados. Suelen experimentarlos personas que comparten tiempos,
espacios y acciones por períodos prolongados, incluyendo noches y siestas,
durante las cuales sueñan lo mismo pero cada cual desde su perspectiva y al
despertar casi al mismo tiempo comunican sus aventuras deliradas, opinando y
argumentando sus puntos de vista.
Los sueños mágicos,
salidos de las galeras de magos entrenados, ilusionistas que con mucha
precisión muestran su ensoñación como una realidad y de tanto trabajar en esto,
ellos mismos se los terminan creyendo.
Magia que nada tiene que ver con la de los
soñadores natos, ya que estos jamás fueron entrenados en el arte de trocar
ilusiones por realidades y sin embargo lo hacen tan bien o mejor de lo que lo
haría un acreditado mago de sueños.
Un lugar preponderante
ocupan los sueños inenarrables. Tienen la particularidad de poderse soñar estando despierto. Pero por alguna
razón no revelada, jamás han podido contarse. Dicen que en toda tumba hay por
lo menos uno de estos sueños.
Y podríamos seguir
enumerando y conjeturando indefinidamente.
Lo cierto y concluyente es
que los sueños son sueños y cada quien es dueño de acomodarse a ellos como
mejor le queden, ya que es imposible manejarlos. Entran sin permiso en las
vidas y ya no hay cómo quitarlos.
Los psicólogos y parapsicólogos,
videntes y pitonisas, astrólogos, alquimistas, chamanes y hasta los politólogos han
intentado descifrar la causa, el significado y las consecuencias de los sueños
y su transformación en realidad, pero no han logrado hasta la fecha ponerse de
acuerdo en la redacción de un tratado acerca del asunto.
Nancy
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